Opinioni

La tristeza de una sonrisa violada

Llegué a Barcelona por elección. Por las ganas de vivir en una ciudad abierta, alegre, soleada y multiétnica. Me acompañé mi familia. Algunos un poco antes, algunos un poco más tarde. ¿Qué encontramos? Acogida, intercambio, alegría y sobre todo ganas de vivir, ganas de hacer y compartir. Caminando por las calles de esta única ciudad, que cada vez más nos hemos sentido como nuestra casa, te encuentras con tiendas, artesanos, artistas, cantantes y gente sencillamente serena, alegre, con una sonrisa en el rostro.

Cómo fue posible entristecer a esta gente, no lo he entendido. Los movimientos separatistas de Cataluña no lo habían logrado, que de todos modos han hecho daño, pero triunfaron en el virus microscópico imperceptible y en los nefastos atractivos de la ciencia ficción política, la nueva forma de hacer política que hoy es universalmente criticada. Somos los justos y cualquiera que piense lo contrario es una mierda. Dos ciencias paralelas, una dogmáticamente justa y correcta, y una de segundo nivel, donde si hablas y contestas eres hombre muerto. Terminado.

No me malinterpretes, no digo que el virus no existe o no sea peligroso, pero digo que todo se ha hecho no importándose de la gente. Al menos desde un dado momento. Las empresas, los artesanos, los pequeños autónomos, las personas han sido tratados como peones de un juego más grande que ellos. Con la obligación de no pensar, de no equivocarse, de no cuestionar y sólo de obedecer. Obedecer y ya. Por eso veo, y como todos lo ven, una sucesión de incongruencias que poco a poco han entristecido a esta ciudad. Pero como ella todas las ciudades y todos los que amaban pasear y vivir su propia ciudad.

Pienso en Genny, napolitano veraz y alegre, que todo lo invirtió, incluso lo que no tenía, para afirmar su restaurante de Barcelona como uno de los mejores. Y ahora vive los cierres impuestos como un cáncer que no le ha tomado a él, sino que ha tomado su muy querido trabajo. Y esto en la indiferencia más absoluta. ¡Porque es necesario! ¿Necesario para quién? Veo a Ale que tanto ha invertido en su pequeño bar, y como él muchos Ales de Barcelona, que sólo sobrevivían de sus largos días en el bar, pero que incansables te ofrecían un café, un desayuno y cuatro charlas.

Gente violada. Que dio confianza a las instituciones cerrando en silencio durante meses, manteniendo sus actividades activas para el después, y luego, de la noche a la mañana, cerradas sin ninguna razón. Cierre de bares y restaurantes que, especialmente en una ciudad como Barcelona, son el corazón de la vida de las personas, mientras dejan de lado gimnasios, metro, autocares, entrenamientos de deportes de grupo, partidos de fútbol. ¿Pero dónde está la justicia de esta cosa? Y estos pobres cierran, pagando sus costos, sin tener ni idea de cuándo volverán a abrir.

Veo a las chicas de la Bakery que ya no me llaman “mi cielo” o “mi amor” porque están tristes, entrando y saliendo de la ERTE (el subsidio de desempleo mal pagado). Camino por Barcelona y lo único que me viene a la mente son las palabras de Chiquitita (quien tiene mi edad quizás la recuerde), para mí una de las canciones más bellas de Abba.

No más que ahora, Chiquitita.

Chiquitita, dime por qué
Tu dolor hoy te encadena
En tus ojos hay una sombra de gran pena
No quisiera verte así
Aunque quieras disimularlo
Si es que tan triste estás
¿Para qué quieres callarlo?
 Chiquitita, dímelo tú
En mi hombro aquí llorando
Cuenta conmigo, ya
Para así seguir hablando
Tan segura te conocí
Y ahora tu ala quebrada
Déjamela llevar, yo la quiero ver curada

Chiquitita, sabes muy bien
Que las penas vienen y van, debes aparecer
Otra vez, vas a bailar y serás feliz
Como flores que florecen
Chiquitita, no hay que llorar
Las estrellas brillan por ti, allá en lo alto
Quiero verte sonreír para compartir
Tu alegría, chiquitita
Otra vez, quiero compartir tu alegría, chiquitita

 Chiquitita, dime por qué
Tu dolor hoy te encadena
En tus ojos hay una sombra de gran pena
No quisiera verte así
Aunque quieras disimularlo
Si es que tan triste estás
¿Para qué quieres callarlo?

Chiquitita, sabes muy bien
Que las penas vienen y van, debes aparecer
Otra vez, vas a bailar y serás feliz
Como flores que florecen
Chiquita, no hay que llorar
Las estrellas brillan por ti, allá en lo alto
Quiero verte sonreír para compartir tu alegría, chiquitita
Otra vez quiero compartir tu alegría, chiquitita

Pues nunca más que ahora la mía, pero como vuestras chiquititas, necesitan ser mimadas, ayudadas y estimuladas para levantarse y reencontrar su futuro. Cualquiera de nosotros tiene una Chiquitita que hoy ve sufrir y cada uno de nosotros puede ayudarla.

Pero esto no quiere decir que no busquemos la verdad;
No pretendas la medida correcta;
Obedecer a cualquier precio.
No, solo significa que…

Chiquitita, sabes muy bien
Que las penas vienen y van, debes aparecer
Otra vez, vas a bailar y serás feliz
Como flores que florecen

 

Imagen de portada de elEconomista.es

 

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MG

Marcello Gianferotti, classe 1966, ha iniziato a viaggiare all’età di 15 giorni. Prima la Tunisia, poi il Madagascar, l’Italia e ora la Spagna: non si è mai fermato. Grande appassionato di scrittura, è referente iberico del circuito Sviluppo Europa e gestisce, oltre a SamizdatVoz, anche il suo blog culinario marcellogianferotti.org.

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